El montaje de la nave de la memoria de Ricardo Oré se ha visto enriquecido de múltiples propuestas…Esta última con las actuaciones de Flor castillo, Antonieta Pari, José Miguel De Zela y Manuel Luna tiene el atractivo de ser parte de una culminación de experiencias y confluencias. La nave ya está cuajada de ejercicios previos de diferentes elencos que cambian incluso en su número.
El viaje que se hace desde La Conquista se realiza con un sincretismo que lo prefiguran los propios elencos reducidos…Hacen que los actores sinteticen acciones y desarrollen una visión muy llena de sinapsis del texto de Oré. Por un lado el autor llena de visiones concéntricas a sus personajes y cada actor y actriz puede extraer de su personaje escrito un sinnúmero de detalles que en este último montaje se han restringido a lo mínimo.
La magia que integra esta obra hace que estos últimos reflejos de los personajes se enriquezcan con los personajes ausentes que no hacen perder a la obra la riqueza de la primera vez…Antes comunican de una manera nueva estos nuevos roles y nuevos significantes que se engarzan con una propuesta barroca que suma las intrigas y los sueños de los mestizajes que plantea nuestra historia.
El desarrollo de la pieza hace que se torne incluso más dramática puesto que el encarnamiento de los personajes está sometido a cierta argamasa que se dilata a lo largo de la propuesta y cuya densidad reside en el juego dramático que propone…Los actores resumen todo el fondo de esta obra casi monumental sobre la Conquista del nuevo Mundo…La nave de la memoria…es una nave donde los sentidos se reencuentran en los propios actores y están en lucha permanente…Lo singular de la pieza ha hecho carne en cada uno de los actores…Manuel Luna demostrando que no le queda grande un esfuerzo por plasmar a un español irreverente y las actrices Flor castillo y Antonieta Pari descubren el velo de dos y más mujeres de distinta condición que desatan pasiones tan fuertes como terribles y componen el pentagrama de este Taky Oncoy al que alude el autor tan vivamente…
José Miguel de Zela nos estrega un Huaman Poma con ingredientes orientales y se desdobla en su contrario cuando interpreta a Rubens…
La nave de la memoria es un paseo poético por una memoria que siempre nos cita en el inconsciente colectivo…Una memoria que nos reta a asociaciones con algo de rigor y fuerza, donde el tiempo aparece como un telón de fondo que esconde incógnitas ígneas dispuestas a revelar más de lo que esperamos pero siempre a cargo de dejar algo en el encuentro…La nave de la memoria nos reta a luchar con este encuentro de la Historia…Un reto peligroso por cierto porque se corre el riesgo de desdoblarnos y confundir el destino de nuestra Historia…pero cuando encarrilamos con la memoria y hacemos justicia a nuestros fantasmas…Nos encontramos con mundos que nos hablan como agua clara…Esa agua clara que necesitan tantos pueblos del interior para reconocerse peruanos…Dentro de su historia presente no ha habido una nave como la de Oré que reoriente la visión de sus vidas…Poco a poco a tropezones se reencuentran con ellos mismos…poco a poco con mucho tiento aparecen en su horizonte histórico la presencia de sus sueños que no son como un viaje de regreso (en el caso de Oré sí) más bien para ellos es una travesía que empieza con la proa hacia ellos mismos.
LP
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