Clásicos Tránsfugas
Amor, traiciones y cálculo político. Shakespeare escribe sobre la arena troyana una historia de obvias coincidencias locales.
Cressida (Eliana Vigil) en medio del deseo; personaje muy distinto a la prototípica Julieta de Shakespeare. Derecha: La ira de Ulises (Mireliz Alba).
TROYA sitiada. Guerra clásica, vestuario medieval, ruinas con atisbos de modernidad. El campo de batalla lo ofrece un desierto al mejor estilo Mad Max. Generales aqueos y troyanos armados con chatarra y piezas de reciclaje. Elena está cautiva, y no quiere ser rescatada. Los tránsfugas troyanos se pasan al otro bando y los héroes intachables brillan por su ausencia. Este es el escenario de Troilo y Cressida, una de las obras menos conocidas del maestro Shakespeare, presentada por los jóvenes de la Escuela de Teatro de la Universidad Católica.
Dirigiendo el último montaje de la ETUC, Mario Delgado, el reconocido fundador de Cuatrotablas, acierta al leer la urgente realidad con esta oscura pieza teatral del autor isabelino. Si en Romeo y Julieta el autor nos conmueve diciéndonos que el amor es para siempre, aquí todo se contradice. Cressida jurará amor eterno a Troilo pero la eternidad durará solo una noche, cuando salte su amurallada Troya para llegar a los campamentos griegos. Como en toda gran obra, hay obras de riesgo y obras producto, señala el director. Romeo y Julieta fue un producto, en el que Shakespeare buscaba impacto y éxito en la taquilla y por eso reunió todos los elementos claves para su objetivo. Pero Troilo y Cressida, escrita después de Hamlet y antes de El Rey Lear, es un experimento donde el autor buscó romper sus propios esquemas. Aquí Shakespeare escapa de los géneros de la tragedia y la comedia, y plantea una parodia donde se burla de todo. No hay límites, valores, o héroes históricos que no sean destruidos. Incluso los protagonistas están dibujados en su real y contradictoria humanidad. La Guerra de Troya sólo es el marco de su pueril historia de amor, un amor degenerado por esta esquizofrenia tránsfuga.
Un grupo de jóvenes actores terminan un proceso pedagógico arriesgándose con una obra reveladora, compleja y ambiciosa. Dos horas y media manteniéndonos sitiados, con la sangre y el deseo sobre la piel pelada. Pise la arena del escenario, ubíquese sobre la pequeña tarima de la ETUC y descubra este Shakespeare provocador. Y no se olvide de esos jóvenes rostros. Ellos son el futuro. (Enrique Planas).
jueves, 27 de mayo de 2010
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